Tu tierra abusa de tu amor por ella.
Castígala. Demuéstrale quién eres.
Toma su pequeña imagen, la imagen
de su pequeño cuerpo accidentado
y arrúgala en tu puño, estrújala
entre tus dedos. Luego, despliégala
sobre una almohada y dile: “has
sido infiel, has sido mala conmigo”.
Insértale alfileres en esos lugares
donde te hizo sufrir en demasía.
Escupe sobre su imagen, rompe
su frágil geografía. Dale fuego
y déjala arder, déjala ser cenizas.
Por una vez has sido su tirano.
Había olvidado este poema, que escribí y publiqué hace más de 15 años. Realmente había estado trabajando un mapa de El Salvador que incluía una geografìa de su historia, y de pronto caí en la cuenta que parecía un mapa de historias de horror, un mapa de la infamia. Pero el poema no trata sobre eso, sino que retoma un comentario que me hizo mi novia de entonces, cuando tomé un boceto de ese mapa y después de observarlo un rato, lo rompí, lo estrujé en mi mano y lo boté a la basura. Recuerdo ese momento con fría claridad, como si me viera a mí mismo, porque mi novia me hizo tomar conciencia de lo que había hecho cuando dijo: "¿Saldando cuentas con tu país?".
¡Las musas!
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