Hay dos futuros: uno es el devenir, lo que ocurrirá sin más, esa resolución inevitable de todo lo que ha ocurrido hasta ahora; el otro futuro es la tensión ramificante de todos los caminos posibles a partir del ahora. El primero es la transformación de lo plural en lo uno; el segundo, la transformación de lo uno en lo plural. En esta segunda acepción, el futuro no pertenece al ámbito del tiempo sino al de la imaginación. Es parte de una cadena de lo real imaginario que tiene en el sueño un equivalente a lo pasado; en el deseo, un espacio que expande y consume el presente; y en el futuro, las infinitas opciones del ser en lo real.
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