Un cuentecito de Jorge Ávalos
La palabra ROMA no se había visto nunca a sí misma, y le pidió al autor de este cuento que la acercara a un espejo. El autor cumplió su deseo, la escribió en una hoja de papel y la colocó ante un espejo. Y esto es lo que vio la palabra ROMA:
AMOЯ
—¡Lo sabía! —se dijo—. Soy casi tan bella como la palabra AMOR.
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