lunes, 25 de julio de 2011

La muerte y la belleza

«Recuerdo otra anécdota de una conocida actriz de teatro, Gilda Lewin, salvadoreña de gran sensibilidad que aún vive en California. Recorríamos un bosque húmedo con pinos, donde crecían el musgo y la hierba como terciopelo. Nos acompañaban dos amigas norteamericanas. Gilda cometió el mismo desliz que yo cometí antes con Délano; un gazapo similar: “Qué bosque más solitario, como para tirar muertos”. Cayó como agua caliente.

“¿Cómo es posible relacionar un bello paisaje con un lugar de cadáveres?”, preguntaron las norteamericanas.

Gilda se sorprendió. Yo me reí tratando de opacar su turbación. La defendí: “En lugares bellos como este es donde aparecen los muertos”. Y es que desde entonces, los salvadoreños ya ni siquiera pensábamos en la belleza de los lugares. En nuestro paisaje, nuestro mínimo espacio, nuestra flora, ahí se han encontrado los cadáveres. Gilda Lewin lloró. Después, reímos todos para darle fuerza. Pero ella siguió perturbada. En un lugar bello del campo salvadoreño encontró decapitado a su esposo, un artista.»

Manlio Argueta
Modo de muerte, Séptimo Sentido, La Prensa Gráfica, 19 de septiembre de 2010.

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